Ya en el Siglo XIX, Lacassagne, profesor de medicina legal en Lyon y fundador de los archivos de Antropología Criminal y de Ciencias Penales, había hecho de la denuncia del ataque sexual a las niñas una verdadera cruzada. También Paul Bernard, autor del “Atentado contra el pudor de las niñas”, resaltaba la enorme incidencia del incesto y Jean Etienne Esquirol comunicó en 1821 el caso de una niña de 16 años, víctima de incesto paterno, situación que le habría producido un colapso nervioso con repetidas tentativas de suicidio.
Auguste Tardieu en el año 1857 publicó el que se supone fue el primer libro escrito sobre el maltrato y violencia sexual contra NNA: “Estudio médico legal sobre los atentados contra las costumbres”.
Sandor Ferenczi, en 1932, durante la celebración del XII Congreso Internacional de Psicoanálisis en Wiesbaden, presentó el célebre trabajo conocido actualmente como “Confusión de lenguas entre los adultos y el niño. El lenguaje de la ternura y de la pasión”
Todos ellos, junto a muchos otros, fueron acallados, invisibilizados por los efectos del backlash.
A partir entonces de investigaciones, estudios y de la experiencia extraída de profesionales de distintas disciplinas y de diferentes instituciones y efectores, llegamos a al actual 2024 en que, junto a las denuncias de los abusos sexuales intrafamiliares; las denuncias de abusos cometidos en ámbitos de instituciones religiosas, educativas, deportivas; se suman aquellas que van de la mano de los avances de la tecnología.
La aparición de internet favoreció exponencialmente esta actividad a través de lo que denominamos abuso sexual contra la infancia y la adolescencia a través de imágenes, como también del grooming; sin agotar las victimizaciones que genera, produce, favorece y permiten las Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tics).
Ciertamente las dificultades diagnósticas -aún en los casos en donde existe signo-sintomatología física- lleva a una discusión no saldada respecto a la formación, capacitación y entrenamiento, sean o no del ámbito forense, como así también los referidos a aquellos que puedan ocuparse adecuadamente de los tratamientos psicosociales de los NNA, incluyendo a sus familiares e incluso a los/as adultos/as sobrevivientes.
El abuso sexual infantojuvenil es una peligrosa y angustiante realidad que atraviesa a todas las ideologías. Las políticas públicas deben promover acciones para erradicar el abuso sexual y todo tipo de maltrato en NNA; acompañar y promover recursos para la reparación de las víctimas y sus familias protectoras, como así también a los que cuidan, como profesionales y operadores, justamente contra ideologías que buscan desconocer, minimizar, intelectualizar e invisibilizar el abuso sexual protegiendo la delincuencia aberrante hacia los NNA de nuestro país.
En este día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual en NNA, y con el objetivo de visibilizar la problemática, implicando el compromiso del Estado, Organizaciones Civiles y de la sociedad toda, reclamamos, requerimos, pedimos, que se adecuen políticas públicas y acciones no solo referidas a la prevención, sino también dirigidas a la detección y la atención interdisciplinaria a los NNA y sus familias protectoras. Entre ellas:
1.- La urgente implementación de la LEY LUCIO.
2.- El tratamiento de los anteproyectos “Proyecto de Ley de Protección de Profesionales y Operadores que trabajan en Violencia Familiar” y “Modificación del Código Penal conforme el Interés Superior del Niño”.
3.- Requerimos el cumplimiento de la ley 26.061 en relación a las asignaciones presupuestarias para la infancia.
Nos debemos como Nación cumplir con el compromiso asumido ante la Convención de los Derechos de los Niños (1989) que en su art. 19 reza: “Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado” otorgándole nuestro país rango constitucional en el año 1994.
Pronto a cumplir nuestros primeros veinticinco años de trabajo sostenido e ininterrumpido en la capacitación, entrenamiento, actualización, supervisión y formación de profesionales y operadores/as; ASAPMI renueva el compromiso ético de redoblar nuestros esfuerzos en defensas de las infancias y las adolescencias, dispuestos desde ya a afrontar los debates y las discusiones que los tiempos actuales imponen.